miércoles, 8 de diciembre de 2010

lunes, 15 de noviembre de 2010

lunes, 8 de noviembre de 2010

sábado, 6 de noviembre de 2010

martes, 26 de octubre de 2010

Siempre en movimiento..



El Mundo

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia,
pudo subrir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado,
desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un
mar de fueguitos.
- El mundo es eso- reveló-. Un montón de gente, un
mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos
y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que
ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire
de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman;
pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos
sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

"El libro de los abrazos".

jueves, 7 de octubre de 2010

jueves, 30 de septiembre de 2010

martes, 21 de septiembre de 2010

¡Feliz día!



(imagen tomada en el año 2007 en septiembre)

domingo, 12 de septiembre de 2010

sábado, 11 de septiembre de 2010

29.

La imagen se las debo.

viernes, 3 de septiembre de 2010

martes, 24 de agosto de 2010

Sol



Así se veía por estos días el sol, de un color no muy común, totalmente magenta, increíble e imperdible.



miércoles, 18 de agosto de 2010

Luana.


yo seré la sombra
de su florecimiento,
yo viviré acatando
su voz y su silencio,
en indefensa tierra,
irrenunciablemente.

viernes, 6 de agosto de 2010

jueves, 8 de julio de 2010

Duerme



Duerme, duerme negrito,
que tu mama está en el campo, negrito ...

jueves, 1 de julio de 2010

miércoles, 23 de junio de 2010

martes, 15 de junio de 2010

martes, 8 de junio de 2010

martes, 1 de junio de 2010

Bella.


Cada 8, cada 5, cada 5, cada 3... y asi hasta que llegaste,
bienvenida sobrina del alma.

viernes, 28 de mayo de 2010

LF.



La función del arte I

Diego no conocía la mar. El padre,

Santiago kovadloff, lo llevo a descubrirla.

Viajaron al sur.

Ella, la mar, estaba mas allá de los altos medados esperando.

Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de

arena, después de mucho caminar, la mar estallo antes

sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño

quedó mudo de hermosura.

Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:


_ ¡Ayúdame a mirar!